12 de mayo de 2022
El Desarrollo … ¿pero de quién?
Introducción
Desde la Antigüedad, uno de los principales objetivos de la humanidad ha sido desarrollarse, pues el desarrollo y el progreso han sido prioridad en la agenda social. La cuestión es, cómo se ha entendido el desarrollo a través de la historia, y cómo ha venido evolucionando el concepto conforme las ideologías políticas, sociales, económicas y culturales.
Así las cosas, el presente texto tiene la intención de: (1) exponer muy brevemente el origen del desarrollo; (2) explicar la práctica del desarrollo y la búsqueda de legitimación del discurso desarrollista; (3) la crisis del desarrollo y su renovación; y, por último, concluir qué es en realidad el desarrollo.
El origen del desarrollo
Primero que todo, hay que entender que el desarrollo tiene una cultura, orientación e historia específica, la cual se remonta hacia el período grecorromano clásico (Du Pisani, 2006). En estos tiempos, el desarrollo se asimilaba con el crecimiento de las plantas y la naturaleza. La humanidad concebía la analogía consistente en que, si las plantas crecían y se desarrollaban, nosotros debíamos hacer lo mismo. Así fue como fuimos entendiendo que el desarrollo era algo necesario e irreversible, y las diferentes sociedades del mundo lo fueron relacionando según sus creencias.
Por ejemplo, la filosofía cristiana comenzó a entender la idea del progreso como el alcance de la perfección espiritual de la humanidad en el otro mundo (Du Pisani, 2006). La idea consistía en la importancia de mejorar en el mundo terrenal para prepararnos y ser merecedores de la vida en el próximo.
No obstante, esta relación entre el cristianismo y desarrollo va decayendo una vez la humanidad llega a la era de la Ilustración. En este período, el desarrollo y el progreso se empiezan a vincular con los avances científicos y tecnológicos alcanzados por el hombre (Du Pisani, 2006). La ciencia se convierte en el nuevo dios, y se consolida la convicción de que la única forma de progresar y desarrollarnos es a través de ella.
Una vez situados en el escenario mundial de la Revolución Industrial, el desarrollo también se empieza a asociar con el crecimiento económico y el avance material (Du Pisani, 2006). Esta concepción del desarrollo conduce a la idea de que la explotación de recursos era la forma en que se lograría el desarrollo y progreso para llevar mejores niveles de vida. Se pensaba que la explotación de recursos era el deber ser y que la naturaleza estaba al servicio del hombre esperando ser explotada para su propio beneficio. Con ello, se empieza a comprender que lo único que tiene valor es lo que está en el mercado, nada más importa. Pasamos de querer una vida perfecta en el más allá, a querer una vida perfecta ahora aquí en la tierra.
La práctica del desarrollo y la búsqueda de legitimación del discurso desarrollista
¿Cómo se consolida el desarrollo y a través de qué tipo de prácticas se materializa? Es justamente a través de dinámicas capitalistas que se traducen en las relaciones de poder y de superioridad entre el Norte y Sur Global. Acá entra un concepto muy interesante como es el de la economía de consumo del combustible (Malm, 2017), consistente en la explotación de recursos y de la utilización de mano de obra.
¿Pero los recursos y mano de obra de quién se están explotando? Del Sur global, ¿y en favor de quién se están explotando? Norte Global. Es decir, los países del Norte saqueaban los recursos de los países del Sur para llevarse la riqueza para ellos mismos. Aquí es donde se evidencia la unión entre la lógica capitalista y el colonialismo, que explica cómo la periferia termina exportando productos de materias primas y consumiendo tecnología con un valor agregado mucho mayor, lo que expone la desigualdad que escondía el desarrollo (Malm, 2017).
Es así como el desarrollo se convierte en un argumento para justificar la explotación de recursos y mano de obra, bajo la idea del progreso del Sur Global, lo cual era la esencia del desarrollo, la cual no podía ponerse en duda y se tomaba por sentado. Por lo tanto, era una mera idea mitológica, un dogma, al presentar como una verdad innegable un hecho discutible.
La crisis del desarrollo y su renovación
Con la práctica desarrollista, la brecha de desigualdad entre Norte y Sur Global se fue dilatando. La primera mitad del siglo XX fue problemática para el desarrollo. Dos guerras mundiales y crisis económicas catastróficas hicieron que se perdiera la esperanza, pues se hizo evidente que el progreso tecnológico y científico no siempre conducía a una mejor calidad de vida, sino que también podía causar tragedias y sufrimiento a escalas inimaginables. Por lo tanto, las personas pierden ese optimismo en el desarrollo.
Sin embargo, desde 1945 se renueva el desarrollo en distintas organizaciones internacionales. A partir de Bretton Woods se crean instituciones financieras internacionales dedicadas a promover esta ideología, invitando a los países del Tercer Mundo a integrarse al orden económico mundial.
Particularmente, para América Latina se crea la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) bajo el manto de la Naciones Unidas. La CEPAL, en aras de querer revertir un modelo comercial internacional desventajoso para América Latina, promueve la Industrialización por Sustitución de Importaciones, un modelo económico que buscaba el desarrollo para los países del Sur global (Eslava et al, 2016).
El modelo ISI consistía en promover la economía nacional desde adentro imponiendo estrategias como: aranceles, cuotas de importación, controles a tasa de cambio, etc. (Bis, 2016). Al principio se vio un aumento en la economía de los países que implementaron el modelo, pero luego se descubrió que el modelo ISI solo beneficiaba a un pequeño sector, el cual estaba conformado por las elites locales y la burguesía “nacional” (Eslava, 2019). Esto propició a la creación de Nortes y Sures dentro del propio Sur Global, es decir, se empezó a abrir una brecha de desigualdad dentro de los países del Sur.
Aquí se empieza a visualizar un fenómeno predesarrollista, se empiezan a ver los ajustes estructurales en el terreno fértil: austeridad presupuestaria, liberalización del mercado, recortes drásticos en el servicio público, en subsidios de salud y educación (Rist, 2014). Es así, como el Norte busca establecer de manera impositiva políticas en el Sur a través de los flujos de poderes, bajo el argumento de que el Sur no puede progresar solo.
Todo esto auspiciado por el derecho internacional, que busca desarrollarnos a toda costa, mantener vivo el dogma del desarrollo y ejecutarlo, incluso sin saber qué es lo que realmente implica. Legitimar el discurso del desarrollo a través de ONGS, medio ambiente, etc.
Además, es el Sur Global quien termina siendo responsabilizado por no tener educación, economía y demás; se ignora la historia y el pasado colonial como las causas de dicha situación; y se termina ofreciendo como solución al problema la causa del mismo.
Incluso, en 1986, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó la Declaración que incluyó el Derecho al Desarrollo. No obstante, se termina replicando la misma ideología, se fundamenta el desarrollo en la explotación de recursos económicos y mano de obra. Aun así desde la escuela crítica se sigue defendiendo el derecho al desarrollo, sin embargo, mientras el desarrollo se siga basando meramente en el crecimiento económico (del Norte Global principalmente), continuará siendo problemático para la calidad de vida de los habitantes del Sur Global y del medio ambiente.
En 1990, en el Consenso de Washington se establecen políticas económicas dirigidas al Sur, donde se hace evidente la necesidad de expandir el desarrollo. Se demuestra la perdida de autonomía del Sur, que, si bien no hay colonización en sentido estricto, se siguen imponiendo políticas exteriores, en este caso, con el ánimo de mantener vivo el desarrollo.
Conclusión
A partir de lo anterior, podemos concluir que el desarrollo es un patrón de poder que se concreta en un patrón de sociedad capitalista. Un patrón de sociedad capitalista que los Estados deben cumplir para ser desarrollados, entendido como ideas mitológicas.
¿Por qué esto es problemático? Porque reduce el progreso a crecimiento económico sin límites y excluye cosmovisiones para las cuales el desarrollo no tiene nada que ver con el crecimiento económico, sino con el cuidado de la naturaleza y el medio ambiente de una forma mucho más espiritual, concibiendo a la naturaleza no como algo que podamos explotar a nuestro antojo, más bien como un ser vivo al que si le pedimos recursos tenemos que restituirle y agradecerle.
Si el derecho internacional integrara este tipo de cosmovisiones, quizás tendríamos un derecho internacional mucho más incluyente, que no sirve a intereses económicos y estructuras de poder del Norte Global, sino al planeta y a todos los seres vivos que habitamos en ella.
A fin de cuentas, hay desarrollo… ¿pero de quién?
Bibliografía
Du Pisani, J. A. (2006). Sustainable development – historical roots of the concept, 83-85.
Eslava, L. (2019). El estado desarrollista: independencia, dependencia y la historia del Sur.
En Revista Derecho del Estado, Universidad Externado de Colombia.
Malm, A. (2014). In the Heat of the Past: Towards a History of the Fossil Economy.
Rist, G. (2002) The History of Development: From Western Origins to Global Faith.
Eslava, L. Obregón, L & Urueña, R. (2016). Imperialismo y derecho internacional: Historia y legado. Siglo del hombre editores.
United Nations General Assembly. (04 December 1986). Resolution 41/128. Declaration on the Right to Development., https://www.ohchr.org/en/instruments-mechanisms/instruments/declaration-right-development
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